8 de marzo: Día Internacional de la Mujer
El reto del acceso de las mujeres a las garantías de todos sus derechos
La abogacía tiene la responsabilidad social y el privilegio de promover actitudes correctoras en el convencimiento y la adopción de cambios en el presente y para con las generaciones futuras, partiendo de la premisa de que SIN JUSTICIA NO HAY IGUALDAD y asumiendo el compromiso con el reconocimiento y defensa de los derechos humanos proclamado por el nuevo Estatuto General
Esa lucha por la igualdad es un trabajo constante proponiendo nuevos desarrollos normativos bajo el convencimiento de que las modificaciones legislativas ayudan a transformar mentalidades, nuestros comportamientos, ideas y vidas.
Participando en resolver conflictos de carácter social, cuya solución depende de la sociedad en su conjunto y de cada uno/a de nosotros, mujeres y hombres en nuestra individualidad.
Conseguir para todas las mujeres los derechos plenos, los derechos políticos y la equidad en derechos civiles. La eliminación de las discriminaciones en el empleo, y otras manifestaciones de la violencia de género, las nuevas respuestas penales frente a los delitos de libertad sexual, las desigualdades de renta y sin olvidarnos de los cuidados, de esas necesidades materiales y efectivas requeridas y que la realidad social es tan poco sensible a quienes se encargan de esa atención.
Todas, dificultades que crean un conflicto entre nuestra vida laboral y la dedicación a la familia y a uno/a mismo.
Por un lado, persisten quienes se esfuerzan por defender el papel subsidiario de las mujeres y por otro se proclaman ideas de que vivimos en una sociedad igualitaria de derechos negando los mandatos del género
Presenciamos acontecimientos tales como los discursos y los hechos de exclusión de las mujeres afganas de la vida pública, deslegitimizándolas, y con todos sus efectos. La vuelta al pasado es cruel con las mujeres por el resurgimiento de los fundamentalismos
En el marco de los crecientes problemas se precisa de una sana crítica a los prejuicios y estereotipos que bajo esas bases culturales son incomprensibles desde los parámetros de la igualdad y los derechos humanos. Aplicar criterios no sexistas, imprescindibles en cualquier manual educativo y de las relaciones en su conjunto, nos llevará a
mejorar la calidad de vida y a conseguir un mundo más justo e igualitario.
Sin lugar a dudas, los derechos humanos, entendidos como pilar básico en toda sociedad democrática, y la sostenibilidad van de la mano en estos tiempos. Insistamos en ellos.